LA GRAN FAMILIA
LA GRAN FAMILIA
Desanda sus pasos de
la infancia subiendo por la estrecha vereda pegado a la pared de piedra seca. En
el rellano previo al gran desnivel, donde comienzan los escalones de piedra y
tierra, mira a su izquierda y lo ve, ya viejo, intentando escapar de las zarzas,
lleno de musgo, casi seco, sin hojas, y mucho menos, sus sabrosos membrillos. No
había otro membrillero en todo el pueblo, él, junto con la vieja casa familiar,
debió ser de los primeros que hubo. La casa fue una de las primeras inscrita en
el registro, ya no del pueblo, sino del municipio.
Mientras lo miraba embobado le
pareció oír que le decían, como cuando era pequeño: «Espabila y date prisa». Eran
los fantasmas de sus tías carnales y políticas, mientras se afanaban subiendo los
materiales. Cuando llegó al lugar de la reunión, no había nadie, pero las ve
como si estuviera pasando ahora. Todas mezclando la harina, la levadura, la
sal, el comino…, frente a la cueva vivienda, inconclusa, que su abuelo había
medio terminado antes del mortal accidente. También estaban los hombres de la
familia, junto a su padre, cortando leña seca, y llenando con ella el horno
familiar. Cuando terminaron, le prendieron fuego y cerraron la puerta. El horno,
hoy, como el membrillero, duerme el sueño del olvido oculto por zarzas y maleza.
Con el horno caliente y el pan, para
nueve familias amasado, comienzan a hornearlo. Quieren que el centenario horno genere
pan suficiente para una semana, y tener, así, una excusa para seguir
reuniéndose.
Pero nunca más lo hicieron, nadie
sabe la casa que se moja, sino el que está dentro, y ellos eran una familia
grande, que no es lo mismo que una gran familia.
Comentarios
Publicar un comentario
Recuerda que el blog refleja mis textos originales. Admito que no puedan gustarte. Admito que puedas criticarlos. Pero recuerda, que tú crítica sea constructiva, que me permita mejorar. Con tu ayuda, seguro que podré. Gracias.