El Nogalito
EL NOGALITO La tarde era calurosa, por eso aprovechó y se sentó en el viejo taburete de tea entre la higuera, que estaba verde y frondosa a reventar de higos, y el duraznero, ya sin frutos. La estratégica ubicación le permitía otear el viejo camino público, que antes era paso obligado de los vecinos hacia la ciudad, y ahora tenían que estar, constantemente, limpiando las malas yerbas que insistían en reclamar su espacio. Sus ojos cansados vieron cómo bajaban por el camino dos hombres fuertes, con grandes sogas colgadas al hombro, y una imponente sierra que parecía recién comprada. Un suspiro salió de su boca sin darse cuenta, entonces, su nieta le preguntó: —¿Qué te ocurre, abuela Martina? —Nada, mi niña, es que ahora es raro ver a gente pasar por aquí. —¿Lo dices por los dos carpinteros? ¿no te han dicho que van a cortar…? —¿El viejo nogalito ? —¡Eucalipto, Abuela! ¡Se dice eucalipto! Sí, al parecer quieren intentar fabricar muebles con él, porque es muy grande y muy g
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